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Busqueda avanzada- N° páginas : 160
- Medidas: 150 x 210 mm.
- Peso: gr
- Encuadernación: Rústica
Los cien últimos días de Berlín (2ªED) ANSUATEGUI,ANTONIO
El primer testimonio mundial, y quizás el más desconocido y fidedigno, de la caída de Berlín, publicado a mediados de julio de 1945.
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Sinopsis
El tiempo, y los miles de obras publicadas sobre la Segunda Guerra Mundial, no le han restado valor a su testimonio, escrito en un estilo directo, sin énfasis retórico alguno, sin compromisos ideológicos. Los hechos que creíamos que nos habían sido contados desde todos los puntos de vista se nos ofrecen ahora con una perspectiva inédita.
El libro en los medios
Los cien últimos días de Berlín (Espuela de Plata) - El Periódico, 06.01.2018
"Los cien últimos días de Berlín" lleva un prólogo del crítico y escritor José Luis García Martín, profesor de la Universidad de Oviedo, quien destaca que Ansuátegui "no quiere apartarse de su papel de testigo" porque, en efecto, se limita a contar lo que vio y cuando cuenta algo que no vio siempre aclara que se lo contaron.
Los cien últimos días de Berlín (Espuela de Plata) - Diario de Sevilla, 06.01.2018
Alfredo Valenzuela sobre "Los cien últimos días de Berlín": "El testimonio de Ansuátegui, considerado un escritor fantasma porque nada se conoce de su vida y jamás publicó otro libro, es una reedición a cargo del sello Espuela de Plata, ya que la obra se publicó por primera vez en julio de 1945, dos meses después de la caída de Berlín."
Los cien últimos días de Berlín (Espuela de Plata) Con las manos en los bolsillos 10/03/17
Si Antonio Ansuátegui hubiera vivido en nuestro tiempo, hubiera contado en las redes sociales su estremecedor testimonio. Pero lo vivió entre 1944 y 1945. Era un estudiante de ingeniería, sin preparación ni convicción para convertirse en reportero, y sin embargo, cuando los amigos insistieron en que escribiese su experiencia, se aplicó a la tarea como el más eficiente cronista de guerra. Había estado en Berlín para ampliar sus estudios y el declive del ejército nazi le sorprendió enamorado de la hija de uno de sus profesores. Esa fue la razón por la que decidió no abandonar el país, cuya capital estaba empezando a sufrir demoledores bombardeos. Aceptó seguir estudiando en Breslau, una ciudad más cercana al peligro ruso. Pero eso no lo sabía cuando se bajó en la estación. Entonces le pareció una ciudad tranquila. La guerra fue convirtiendo de un día para otro cada paraíso en un nuevo infierno. Después escapó a Dresden y a Leipzig y aún logró volver a una Berlín ya convertida en un horno de ruinas que seguían demoliendo los bombarderos aliados. Cada uno de estos episodios constituye una pequeña odisea que Ansuátegui pudo contar porque debía ser muy hábil en las relaciones sociales y le acompañó la suerte. Nos cuenta con apabullante naturalidad, casi ingenua, lo que comentaban los alemanes de a pie cuando aún se creían dueños del mundo y cuando el mundo empezó a tragárselos. Reproduce chistes que circulaban de boca en boca sobre el pragmatismo sádico del Führer, sobre el delirio de Göring por los uniformes, sobre la impopularidad de Himmler, Ribbentrop y Rosenberg. También sobre el carácter mentiroso de Goebbels, al que sin embargo adoraban. Y esto es lo más estremecedor. Cuenta Ansuátegui que en los momentos previos a la caída de Berlín, cercados y sin escapatoria, «el Ministro de Propaganda logró que el pueblo alemán no solo no temiera este ataque sino que lo deseara e incluso se impacientara por el retraso en producirse». Si Goebbels podía manipular los ánimos hasta esos límites con los medios de entonces, qué no podrán manipular para adueñarse del poder en supuestas democracias Berlusconi, Putin, Trump u otros individuos tan cercanos que solo alcanzamos a verlos borrosos. «Creo que solo la historia podrá dar con el tiempo un juicio desapasionado sobre las cosas y yo me limito a reproducir cuadros y escenas por mí vividas», asume Ansuátegui, que sobrevivió a la guerra mundial y sin embargo desapareció del mapa en la pax española, después de alabar a su artífice en el último párrafo del libro.
Los cien últimos días de Berlín (Espuela de Plata)
Pocos han sido los que contaron en un libro la caída de Berlín a principios de mayo de 1945. Uno solo español, y no era un fascista.
Autor: Ansuátegui, Antonio
es un escritor fantasma del que nada sabemos sino lo que dice de sí mismo en su libro, que es bien poco. Podemos conjeturar que un español que decide ir a Berlín, a mediados de 1943, en plena guerra mundial, a terminar una carrera técnica, es alguien sin demasiadas obligaciones familiares, nada apocado, de entre veinticinco años y treinta años y que ha vivido muy de cerca la reciente guerra civil, desde luego en el bando nacionalista, pero sin grandes entusiasmos.