Sinopsis
España sufre. Diarios de guerra en el Madrid republicano, retoma los diarios de Carlos Morla Lynch justo donde los dejó en el anterior volumen En España con Federico García Lorca. Páginas de un diario íntimo (1928-1936) (Renacimiento, 2008), al comienzo de la guerra civil española. «Morla (y la mayoría), ha vivido en tres años lo que otros no vivirían en tres vidas. Lleva alimentos a gentes escondidas en casas particulares, va a visitar a Pastora Imperio al teatro o a su casa, asiste a sus funciones, acude, cuando las hay, a corridas de toros ("con peligro de bombardeo"), a las carreras de galgos, a unos cines para los que casi nunca obtiene entradas, o acaba en el gallinero, porque están siempre abarrotados (en algunos incluso han caído bombas causando enorme mortandad; en todos el público prorrumpe en exclamaciones cuando aparecen banquetes en la pantalla); vuelve a la Plaza Mayor, donde compra unos pliegos de cordel con canciones revolucionarias, o libros en los carretones de saldo ("montones de Sobre los ángeles, a dos reales"), y mira asombrado la muerte y sus múltiples manifestaciones: al pasar en su coche, cuerpos tirados de cualquier manera, asesinados, en la calle, tras los bombardeos, en los hospitales, en esos entierros sin cortejo, sin ataúdes ("no hay, se alquilan por comida"), los ejecutados ("fusilan a la gente sin sentido, llegan sin sentido" porque se han desmayado ya en los coches que los llevaban al "paseo"). Nos había dicho que después de ver tantas cosas uno se acostumbra a todo, pero su diario es el desmentido: nunca dejará de asombrarse. (...) No suele dejar detalle sin anotar, por nimio que sea (...) Todo vale en este testimonio único y veraz». Del prólogo de ANDRÉS TRAPIELLO
Autor: Morla Lynch, Carlos
(París, 1885-Madrid, 1969), diplomático chileno, escritor y músico, ha sido uno de los más acreditados diaristas del siglo XX a la hora de testimoniar su época, capaz de combinar la confesión íntima con la versatilidad literaria y el rigor memorialista. Destinado en España entre 1928 y 1939, por su casa madrileña pasó toda la intelectualidad del 27, y durante la Guerra Civil llegaría a acoger a más de dos mil asilados dentro de la Embajada chilena. Tras su estancia en Berlín al comienzo de la II Guerra Mundial, fueron sus siguientes destinos Suiza, Suecia, Holanda y París, para volver ya jubilado a España –de la que siempre permaneció enamorado– en 1964, eligiendo Madrid para su muerte.
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