Buscador de libros
Busqueda avanzada- N° páginas : 392
- Medidas: 140 x 218 mm.
- Peso: 696 gr
- Encuadernación: Rústica
Gótico botánico (2ª ED) ESTEBAN ERLES, PATRICIA (COORD.)
Una selección de relatos de horror que muestra lo más oscuro del mundo vegetal. Una antología que reúne a nombres como Roald Dahl, Eudora Welty o H.P. Lovecraft.
¿Quieres comprar este libro? Busca tu librería más cercana

Sinopsis
Orquídeas sanguinarias, bosques enteros que se rebelan contra quienes los masacraron, setas tan bellas como venenosas, robles majestuosos que se convierten en la reencarnación del hombre de la casa, maravillosas enredaderas que reviven espantosos fantasmas del pasado, máquinas rudimentarias que permiten registrar el terrible sufrimiento de las plantas maltratadas, árboles solitarios que señalan el mismísimo umbral a un mundo pesadillesco… Un verdor siniestro recorre la literatura de los siglos XIX y XX y nos recuerda que las plantas, seres fascinantes y misteriosos, benéficos y letales a la vez, encarnan la otredad en forma de monstruo silencioso, al tiempo que padecen los efectos de la avaricia que lleva al ser humano a usurpar y destruir sin compasión
aquellas formas de vida que, reducidas a materia prima, pueden generar riqueza.
Gótico botánico es un catálogo de historias del mundo vegetal más fantástico, que incluye a autores tan destacados como M.R. James, Richmal Crompton, H. P. Lovecraft o Roald Dahl, y que permite, además, descubrir las inquietantes creaciones de escritoras pulp como Mary Elizabeth Counselman, Maria Moravsky o Eli Colter. A partir de ahora, el verde será el nuevo negro.
El libro en los medios
Entrevista a Jon Bilbao, autor de «Matamonstruos»: “mi trilogía no es otra historia de vaqueros” — Milenio — 9 de enero de 2025
El escritor Jon Bilbao (Asturias) en 1972 cierra su trilogía western publicada por la editorial Impedimenta. Se compone de Basilisco (2020), Araña (2023) y Matamonstruos (2024), que relatan las aventuras de John Dunbar, un pistolero conocido como el Basilisco. En entrevista con MILENIO, el autor desentraña su fascinación por el salvaje oeste, un tema que le atraía pero que no sabía cómo funcionaría en su carrera y acabó siendo un gran éxito en librerías junto a Dunbar. ¿Desde niño te atrajo el western? Me gustaba, siempre ha estado ahí y se ha ido arraigando con el paso de los años. Empezó atrayéndome por los cómics de vaqueros, casi todos de producción europea; luego ya pasé al cine y también a la literatura del western. ¿Qué es lo que te gusta del género? Hay inmensidad de lugares, paisajes, situaciones que me resultan atrayentes de este género narrativo, pero si me tuviera que quedar con algo, me quedaría con la idea de frontera, no únicamente como espacio físico en continuo desplazamiento, sino como un espacio simbólico. No es tanto llegar a un sitio y ubicarte, es por la necesidad de escapar de algo que no te satisface, que es lo que le sucede al protagonista. ¿Cómo nació John Dunbar? Al principio iba a ser un relato breve, no una trilogía. Yo quería probarme a mí mismo cómo me sentía escribiendo dentro de este género. Me pueden gustar mucho las películas y los westerns, pero a lo mejor, cuando lo haces tú, suenas falso. Quería partir de un tipo de personaje como una plantilla básica, pero ir complejizándolo y, cuando estaba escribiendo el primer libro de la trilogía (Basilisco), me di cuenta de que el recorrido podía ser mayor del que había previsto y, de un modo muy natural, surgió el segundo y un tercer libro. ¿Es un personaje que va evolucionando? Yo quería huir de ese esquema de un personaje que es siempre el mismo. Batman no puede matar al Joker porque dejaría de ser Batman; no puedes introducir cambios en ese tipo de personajes que son marcas registradas y perderían su esencia, pero no es realista y yo buscaba la verosimilitud. Y, por otro lado, yo afronto la escritura de mis libros como un reto donde quiero retarme y experimentar ese vértigo de no saber si esto va a funcionar; por lo que, si tuviera que hacer un cuarto o un quinto libro sobre John Dunbar, eso ya no lo iba a sentir. ¿Seguiste reglas en este western? Algunas, porque me preocupaba que lo que escribía pareciera un decorado o una simple emulación de algo que yo había visto en el cine de Hollywood; por eso me sumergí en la documentación histórica y lo que descubres cuando te documentas sobre el western, lo que a todos nos viene a la cabeza con el género es que, en su inmensa mayoría, no existió. Son constructos narrativos creados por la cultura popular; entonces, si te ciñes a lo histórico, muchos lectores no reconocerían lo que están leyendo, dirían: “esto no es western". “no es lo que siempre me han contado”. Cuando estás trabajando con un género tan arraigado, tienes que ser necesariamente postmoderno y lo que hice fue combinar las referencias del western con una parte muy sustanciosa de documentación. ¿Qué te han dicho los lectores de John Dunbar? Les gusta. Yo nunca había hecho esto, no solo un western, sino también saltar entre el presente y el pasado, entre la ficción dentro de la ficción. Así que cuando dejé el libro en la editorial pensé: “A ver qué me dicen”. Creo que los lectores valoran la originalidad de la propuesta y se dan cuenta de que no era un mero divertimento, no era otra historia de vaqueros, sino que proponía una serie de reflexiones como la de la masculinidad, las transiciones, sobre la búsqueda y, en este último libro, en Matamonstruos, sobre el papel que la ficción puede ejercer en nuestras vidas, y a las mujeres les están gustando mucho estos libros. En Matamonstruos, John Dunbar quiere dar la espalda a su pasado de brutalidad y errancia y vivir en paz junto a su familia. Se asienta con Lucrecia y su hija, Felicidad, en Valle de las Rocas, en pleno territorio navajo. Sin embargo, hasta allí le perseguirán los enemigos más aterradores e insospechados que haya conocido nunca. A la par del western, relatas la historia de Jon, el escritor creador de las aventuras del Basilisco. En esta trilogía y en todos mis libros pongo cosas de mí mismo; necesito un vínculo personal con lo que estoy haciendo. Por ejemplo, en esta novela, una línea acontece en el presente, protagonizada por un escritor de mediana edad, con problemas, parecido a mí, con hijos, un divorcio complicado, una nueva relación que está teniendo sus problemas, etcétera; y por otro lado tenemos las narraciones de vaqueros que él escribe y a veces utiliza la ficción como un desahogo, como catarsis, como búsqueda de explicaciones. ¿Con Matamonstruos llegas al final del western? Este personaje lleva a cabo un proceso de maduración a la par de complejización en estos tres libros. Al principio es un personaje arquetípico de historia de vaqueros, rudo, parco de palabras, muy físico y estereotipado; pero a lo largo de este recorrido va adquiriendo matices y buscando un lugar donde asentarse y, en ese proceso, pasa por situaciones y trata con personas que lo llevan a conocerse mejor a sí mismo, a volverse más profundo, sincero y más emocional y sí, es el final. ¿El protagonista no encuentra la paz? Cuando finalmente se asienta, eso no significa que salde todas las cuentas con el pasado ni que a partir de ahí lo que tenga por delante ya sea un horizonte despejado e idealizado, sino que el final es un poco más realista que el de muchos westerns que hemos visto en Hollywood; es un reconocimiento de que no puedes huir de tu pasado. Siempre hay una cuenta pendiente y, por bien que vayan las cosas, te aguardan imprevistos, malentendidos y errores. ¿Cuál es el siguiente reto? Me estoy tomando un descanso; he trabajado con estos personajes durante unos cinco años. Estoy escribiendo cuentos y ya veremos; pienso que hay que perseguir los libros, pero no forzarlos. —Vicente Gutiérrez
«Gótico botánico»: la naturaleza rebelada — El mundo de Haldane — 21 de diciembre de 2024
Tradición obliga, en el periodo (pre)navideño aparece en el mercado editorial bajo el paraguas del sello Impedimenta una antología que recopila una serie de relatos cortos con el denominador común de una determinada temática, por lo general, escorada hacia el lado oscuro de la existencia humana… y planetaria. En esta ocasión toca el turno a una antología compuesta por dieciocho cuentos bajo el genérico Gótico botánico: cuentos de un verdor perverso, en que tienen cabida autores versados en la fantaciencia como M. R. James, David H. Keller, Roald Dahl, H. P. Lovecraft y el extraordinariamente prolífico Auguste Derleth con otros tantos que a lo largo de sus respectivas trayectorias profesionales apenas abordaron la ciencia-ficción y/o el terror, o lo hicieron de manera tangencial, como Nathaniel Hawthorne, Richard Compton, Eudora Welty o Zenna Henderson. De ahí radica, en buena parte, el atractivo de esta antología, una mezcolanza de autores y estilos que ofrecen como resultado de la ecuación una estimulante lectura en la que, a grandes rasgos, la Naturaleza se revela contra la especie dominante del planeta Tierra, el Homo sapiens, enfrentado a una amenaza que no parece obedecer a un razonamiento científico dictado desde la lógica. Las publicaciones originales de semejantes textos —en una considerable proporción en revistas de sci-fi del prestigio de Amazing Stories o Weird Tales— se concentraron sobre todo en la denominada «Edad de Oro» de un género literario que, en el ecuador de aquella década prodigiosa —la de los años cincuenta— alumbró El día de los trífidos (1955) del británico John Wyndham. En torno a esta pieza literaria cuelgan —a modo de influencia— multitud de textos, algunos de los cuales se encuentran integrados en Gótico botánico. De igual modo, Wyndham pudo dejarse seducir por el contenido de La guerra de la hiedra de David H. Keller (1880-1966), quien con tan solo una treintena de páginas desarrolla una historia que invita a pensar de que se trata de un diáfano precedente de The Day of the Triffids. A diferencia del texto de Wyndham, La guerra de la hiedra no obtuvo el crédito suficiente en el campo del audiovisual —el registro de adaptaciones a la pequeña y la gran pantalla quedaría en blanco— para que llegara a popularizarse. Por ello, la presente edición representa una extraordinaria oportunidad para calibrar el alcance del relato corto de Keller, trufado de analogía con el clásico obra de Wyndham y, por ende, anticipándose a varios de los preceptos narrativos que guiarían al género de la ciencia-ficción o del fantaterror cuando la Naturaleza se rebela frente a los efectos devastadores que causa en la misma la mano del Homo sapiens. En el cómputo global, la lectura de Gótico botánico nos ofrece una perspectiva sobre ese «mundo oculto» presidido por una infinita gama de verde —que acaba alineándose con otros factores arraigados en la Naturaleza —terremotos, tormentas, tsunamis, ciclones, etc.— capaces de provocar un desequilibrio en la faz de la Tierra que ponga contra las cuerdas (parcialmente) la existencia del ser humano o, cuanto menos, quebrar la paz de una comunidad —léase un núcleo rural o urbano— de terrícolas. Cápsulas literarias en formato de cuentos —entre una decena y una treintena de páginas de extensión— que preservan en ámbar la esencia de un modelo de escritura nacida fruto de la combinación de una fértil imaginación y una (superlativa) capacidad de observación de un entorno natural que crea sus propias resistencias. —Christian Aguilera
«Gótico botánico»: el miedo se tiñe de verde — Pérgola — 11 de enero de 2025
De remanso de paz a lugar inquietante. Y de seres considerados casi inanimados, a aterradoras amenazas para los humanos. En los siglos XIX y XX, al albur de los nuevos tiempos marcados por las teorías de Darwin, y tras el descubrimiento de habilidades de supervivencia en ciertas especies vegetales, como los fluidos venenosos o los aromas hipnóticos para adormecer a sus víctimas, la literatura se llena de relatos invadidos por un verdor siniestro. Orquídeas sanguinarias, bosques enteros que se rebelan contra quienes los masacraron, setas tan bellas como venenosas, robles majestuosos que se convierten en la reencarnación del hombre de la casa, enredaderas que reviven espantosos fantasmas, máquinas que registran el terrible sufrimiento de las plantas maltratadas... Son sólo algunos ejemplos de textos donde la naturaleza se vuelve un monstruo silencioso. La editorial Impedimenta reúne una selección de estos relatos en la antología Gótico botánico. Cuentos de un verdor perverso, con la cuidada edición de la filóloga y escritora Patricia Esteban Erlés. Un total de dieciocho textos escritos en un arco temporal de poco más de 120 años; desde El experimento del doctor Heidegger (1837), de Nathaniel Hawthorne, hasta Y una niña pequeña (1959), de Zenna Henderson. Entre ambos, ejemplos variopintos del terror inspirado por lo vegetal, a través de las narraciones de autores procedentes de países como Francia, Inglaterra, Polonia y Estados Unidos. Entre ellos, nombres conocidos como el de Roald Dahl, H.P. Lovecraft y la escritora Richmal Crompton, conocida por el éxito con la serie de las aventuras de Guillermo Brown. Y, también, las inquietantes creaciones de escritoras del género pulp como Mary Elizabeth Conuselman, Eli Colter o Maria Moravsky. Cada relato, además, aparece precedido de una nota sobre el autor, con la que la editora descubre algunas curiosidades biográficas, y aporta datos de contexto sobre la época que dio lugar a los textos. Un momento histórico, dice, marcado por la necesidad de escape “del encorsetamiento neoclásico”, que llevó a abrazar “una poética de lo irracional” y a utilizar el miedo “como inspiración” en la literatura gótica. Y también, marcado por la pavorosa ratificación darwinista de que “el universo vegetal había evolucionado por su cuenta, desarrollando estrategias de supervivencia en ciertas especies capaces de invadir, atacar y devorar con ferocidad monstruosa”. Surgen así relatos de vegetales siniestros y letales. Pero junto a estos elementos vegetales, monstruosos por sus propiedades inherentes, no tardarán en surgir aquellas que buscan atacar al ser humano “como venganza por el daño que les ha infligido previamente”. Es el caso, explica Esteban Erlés, de Wood’stown, de Daudet, quien hace gala de “una precoz visión ecocrítica”. Y así, además de como “eficaces símbolos de temas universales”, o en forma de “remotos miedos victorianos”, los vegetales aparecen también como símbolo de la “conciencia crítica” contra “la ambición desmedida que despierta el capitalismo”, invitando a “reflexionar sobre el comportamiento del ser humano al relacionarse con otras especies”. En cualquiera de los casos, advierte Esteban Erlés, conviene “tener cuidado, mucho cuidado, con el verde”. “Es verdad que no ladra y, en teoría, solo en teoría, tampoco muerde”, pero aun así, “conviene ser precavido y no acercarse mucho”, subraya. —Beatriz Rucabado
Descargar«Gótico botánico»: bosques vengadores y hiedras invasoras — Babelia, El País — 4 de enero de 2025
Decía Maurice Maeterlinck en La inteligencia de las flores —un texto de 1907 reeditado en 2022 por Gallo Nero— que todas ellas “tienen la magnífica ambición de invadir y conquistar la superficie terrestre multiplicando hasta el infinito la forma de existencia que representan”. En tiempos de desastres naturales y negacionismo climático, el terror vegetal tiene la capacidad de sembrar en nuestros cuerpos la inquietud frente al mundo que habitamos, contribuyendo a través de sus protagonistas verdes a mitigar la tradicional ceguera vegetal que caracteriza a los humanos. La aparición de la antología Gótico botánico: Cuentos de un verdor perverso, seleccionados y prologados por Patricia Esteban Erlés, aporta su granito de arena en la formación de una conciencia ecológica a través de la ficción. Poniendo el foco en otras formas de terror, despierta a los lectores de la ignorancia con una pequeña sacudida, o al menos un escalofrío. El libro recoge 18 relatos en orden cronológico, desde El experimento del doctor Heidegger (1837), de Hawthorne, al último de Zenna Henderson (Y una niña pequeña, de 1959), pasando por Charlotte Perkins Gilman, Lovecraft o Roald Dahl, en una colección formada por 10 hombres y 8 mujeres con especial presencia del periodo comprendido entre los años cuarenta y cincuenta del siglo XX. Los relatos van precedidos de breves reseñas biográficas y resúmenes, que lejos de destripar las historias invitan a saborearlas. La edición despliega un amplio repertorio vegetal fantástico, un verdadero herbario gótico, que incluye hiedras invasoras, bosques vengadores y matrimonios entre especies, además de plantas carnívoras y jardines sobrenaturales. Tiene el valor añadido de no optar por los relatos más antologados, y rescatar varias joyas olvidadas procedentes del pulp, donde frecuentaban las autoras por las probables dificultades de publicar de editoriales de prestigio, como apunta su editora en el prólogo. El terror vegetal es un subgénero cuantitativamente menor dentro del relato gótico, sobre todo si comparamos con monstruos y casas encantadas. Sin embargo, asistimos en la actualidad a una atracción creciente por la flora fantástica que reclama atención y reflexión, en paralelo al desarrollo científico por las capacidades inesperadas de las plantas, que han investigado y divulgado autoras como Mónica Gagliano (Así habló la planta, 2019) o Stefano Mancuso, entre otros muchos. Junto al desarrollo de la ecocrítica, y la ciencia que la respalda, la revisión del canon literario del terror que lleva a cabo Gótico botánico invita a descubrir numerosas referencias en el pasado con un interés renovado, llamando la atención sobre la necesidad de atender al mundo en el que vivimos y abrir los ojos a la realidad botánica. En la selección presente encontramos una constante prevención sobre los peligros reales de la ignorancia, y vemos proyectadas las propias prácticas colonizadoras de los humanos en las invasiones, violencia y las actitudes vengativas de las plantas. Gótico botánico es un aviso desde la ficción de que las plantas permanecen al acecho, aguardan pacientemente su oportunidad, y saben que tarde o temprano la Tierra volverá a ser suya. —Santiago Lucendo
«Gótico botánico»: no te fíes de las flores — El Diario Montañés — 21 de noviembre de 2024
«Conviene ser precavido y no acercarse mucho al verde. Es verdad que no ladra, y en teoría, solo en teoría, tampoco muerde», señala Patricia Esteban Erlés, única escritora viva de cuantos conforman la nómina de una singular publicación alumbrada por Impedimenta hace menos de un mes. "Gótico botánico. Cuentos de un verdor perverso", obliga a replantear la romántica visión de la naturaleza como abrigo y refugio, alimento de poemas y baladas, descanso del alma y la mente. A la vista de las obras seleccionadas en este cuidado volumen, mejor ser precavidos, porque el refrán de que a quien buen árbol se arrima, buena sombra le cobija, pierde su sentido en estas 387 páginas. Los relatos que componen la antología abarcan un arco temporal de más de 120 años; de 1837 con el cuento más antiguo, de Nathaniel Hawthorne, hasta 1959, con la propuesta de Zenna Henderson. Entre ambos, diez autores y ocho autoras de Francia, Inglaterra, Polonia y mayoritariamente Estados Unidos echan raíces literarias en creaciones que tienen lo vegetal como hilo conductor, extendiendo sus ramas hacia el terror, el suspense y la reivindicación ecológica en buena medida. —Pilar González Ruiz
«Gótico botánico», cuentos de un vendedor perverso — La Comarca — 1 de noviembre de 2024
No sé, atemorizados lectores, si habéis pensado cómo el tiempo se ha aliado con nuestros más recónditos temores (frío nocturno, gotas de lluvia que los cipreses dejan caer en las lápidas…) para hacer que estos días asediados por la Noche de Todos los Santos sean misteriosamente perfectos. Y qué mejor que estos momentos, tan inciertos, para sumergirnos en alguna lectura que sea, en verdad, escalofriante… Lo cierto es que cuando pensamos en este tipo de lecturas, siempre se nos vienen a la cabeza los mismos arquetipos; monstruos diversos, fantasmas, espíritus malignos, seres extraterrestre, etc…; de los cuales hay excelente y abundante literatura. Pero pocas veces pensamos en que el protagonista de ese terror paralizante pueda ser algo del género vegetal. Aunque esto no siempre fue así, el «terror botánico» fue un auténtico fenómeno literario del siglo XIX que inspiró a grandes escritores góticos como Nathaniel Hawthorne, Arthur Conan Doyle o H.G. Wells; y estos inspiraron a otros posteriores. Un auténtico verdor siniestro recorre la literatura de los siglos XIX y XX y nos recuerda que las plantas, seres fascinantes y misteriosos, benéficos y letales a la vez, encarnan la otredad en forma de monstruo silencioso y cercano, demasiado cercano: orquídeas sanguinarias, bosques enteros que se rebelan contra quienes los masacran, robles majestuosos que se convierten en la reencarnación del hombre de la casa, maravillosas enredaderas que reviven espantosos fantasmas del pasado, máquinas que permiten registrar el terrible sufrimiento de las plantas maltratadas… La editorial Impedimenta, en una preciosa edición, ha sacado al mercado el libro: «GÓTICO BOTÁNICO», una deliciosa y terrible colección de cuentos de terror de autores consagrados como M.R. James, Lovecraft, Alphonse Daudet, Roald Dahl, o el mismo Hawthorne; al tiempo que podemos descubrir las inquietantes creaciones de escritoras del género pulp, no tan conocidas pero igual de maravillosas, como: Eli Colter, Zenna Henderson o María Moravsky, entre otras. Cabe señalar, que muchas de estas escritoras a la vez que creaban relatos de terror, cimentaron su fama como escritoras de libros infantiles (quizás una cosa lleva a la otra?); la más conocida es Richmal Crompton, que se hizo famosa con las aventuras de Gullermo Brown (o el travieso). Unos cuentos, en definitiva, verdaderamente fascinantes, que conviene leer con calma para disfrutarlos. A la vez que tener cuidado, mucho cuidado, con las plantas que tenemos cerca, no podemos ni imaginarnos qué es lo que piensan de nosotros y cómo van a reaccionar… —Miguel Ibáñez
«Gótico botánico»: cuando el mal absoluto emana de las plantas — La Voz de Galicia — 9 de noviembre de 2024
Ahora que el regreso a la naturaleza está tan en boga, que los urbanitas reservan en su zapatero un hueco privilegiado para colocar las chirucas —y otro en el paragüero para el bastón telescópico de las caminatas domingueras—, que la literatura se ha lanzado a la salutífera nature writing como si fuese una moda con fecha de caducidad, que hasta el hard boiled se ha ido al campo a fundar exitosamente el country noir, y el cozy crime se regodea con especial denuedo en esas casitas de pueblo con visillos de encaje en las ventanas —y jardín acotado con impecable verja pintada de blanco, y, si no, ahí está la magnífica saga de Agatha Raisin, de M. C. Beaton—, ahora, precisamente ahora, se necesita un poco de distancia irónica con la naturaleza. Por eso, y por la cercanía de las queridas fiestas navideñas, se antoja necesario un libro como Gótico botánico. Cuentos de un verdor perverso, una antología de esas que prepara con tanto esmero el sello Impedimenta por «Gótico botánico», cuando el mal absoluto emana de las plantas en tan señaladas fechas. Editado por la filóloga, escritora y cuentista maña Patricia Esteban Erlés (Zaragoza, 1972), el volumen reúne 18 relatos en los que lo vegetal cobra infrecuentes protagonismos gracias al género fantástico que tan buenos frutos dio en los siglos XIX y XX. «A partir de ahora —advierte el editor, Enrique Redel—, el verde es el nuevo negro». —H. J. P.
DescargarAutor: Collier, John
John Maler Collier fue un escritor y pintor británico de estilo prerrafaelita, uno de los retratistas más destacados de su generación. Se casó con dos de las hijas de Thomas Huxley.
Autor: Colter, Eli
Eli Colter fue una escritora norteamericana conocida por sus diversos relatos pulp western y de terror.
Autor: Counselman, Mary Elizabeth
Mary Elizabeth Counselman fue una escritora estadounidense de cuentos y poesía.
Autor: Crompton, Richmal
Richmal Crompton Lamburn fue una escritora inglesa especializada en libros infantiles y narraciones de terror.
Autor: Dahl, Roald
Roald Dahl fue un novelista, cuentista, poeta y guionista británico de ascendencia noruega. Entre sus obras más populares se encuentran Charlie y la fábrica de chocolate, James y el melocotón gigante, Matilda, El gran gigante bonachón, Agu Trot, Las brujas y Relatos de lo inesperado.
Autor: Daudet, Alphonse
Louis Marie Alphonse Daudet fue un escritor francés, autor de Tartarín de Tarascón y Cartas desde mi molino.
Autor: Derleth, August
August William Derleth fue un escritor y antologista estadounidense perteneciente al Círculo de Lovecraft.
Autor: Esteban Erlés, Patricia
Patricia Esteban Erlés ha publicado tres libros de cuentos. El primero de ellos, «Manderley en venta» (2008), obtuvo el Premio de Narración Breve de la Universidad de Zaragoza en 2007. Su segundo libro, «Abierto para fantoches» (2008), ganó el XXII Premio de Narrativa Santa Isabel de Aragón, Reina de Portugal. En 2010 publicó su tercer libro de cuentos, «Azul ruso», y en 2012 su primer libro de microcuentos, «Casa de Muñecas». Una veintena de sus cuentos han sido antologados en volúmenes colectivos como «Pequeñas Resistencias 5: Antología del nuevo cuento español (2010), «Cuento español actual (1992-2012)» (2012), «Madrid Negro» (2016), «Las otras» y «Las mil caras del monstruo» (2018), entre otros. En 2017 ganó el Premio Dos Passos con su primera novela, «Las madres negras».
Autor: Hawthorne, Nathaniel
Nathaniel Hawthorne fue un novelista y cuentista estadounidense conocido por sus numerosas historias de ficción gótica y romanticismo oscuro.
Autor: Henderson, Zenna
Zenna Chlarson Henderson fue una maestra de escuela primaria estadounidense y autora de ciencia ficción y fantasía. Su primera historia se publicó en The Magazine of Fantasy & Science Fiction en 1951.
Autor: James, M. R.
Montague Rhodes James fue un importante anticuario, medievalista y escritor británico de cuentos de terror, especializado en la ficción fantasmal.
Autor: Keller, David H.
David H. Keller fue un escritor de revistas pulp de mediados del siglo XX, que escribió obras ciencia ficción, fantasía y terror. Fue el primer psiquiatra que escribió para este tipo de géneros.
Autor: Lovecraft, H. P.
Howard Phillips Lovecraft, más conocido como H. P. Lovecraft, fue un escritor estadounidense, autor de relatos y novelas de terror y ciencia ficción.
Autor: Merrick White, Fred
Fred Merrick White escribió una serie de novelas y cuentos bajo el nombre de "Fred M. White", incluidas las seis historias de ciencia ficción "Doom of London", en las que varias catástrofes acosan a Londres.
Autor: Moravsky, Maria
Maria Moravsky fue una poeta, escritora, traductora y crítica literaria rusa . Escribió varias colecciones poéticas y obras en prosa, entre ellas obras sobre literatura infantil.
Autor: Perkins Gilman, Charlotte
Charlotte Anna Perkins, fue una intelectual estadounidense multidisciplinar que se destacó principalmente en el feminismo y en la literatura entre finales de 1890 y mediados de 1920.
Autor: Rimel, Duane W.
Duane Weldon Rimel fue un escritor estadounidense de literatura especulativa y erótica, mejor conocido por su amistad con H. P. Lovecraft.
Autor: Smith, Clark Ashton
Clark Ashton Smith fue un poeta, escultor, pintor y escritor de cuentos de fantasía, terror y ciencia ficción estadounidense. Debe su fama principalmente a su obra literaria y a la amistad que compartió con Lovecraft entre 1922 y 1937, año en que Lovecraft murió; durante ese período participó en Los Mitos de Cthulhu.
Autor: St. Clair, Margaret
Margaret St. Clair fue una escritora estadounidense de ciencia ficción que también escribió bajo los pseudónimos de Idris Seabright y Wilton Hazzard.
Autor: WELTY, EUDORA
Eudora Welty nació en Jackson, Mississippi, en 1909. Se trata probablemente de la autora sureña más brillante del siglo XX. Comparada con William Faulkner, fue la primera escritora que vio publicada en vida su obra en la prestigiosa Library of America. En 1936 apareció su primer relato: «Death of a Travelling Salesman». A su pluma se deben auténticos clásicos de la literatura moderna, como «Boda en el Delta» (1946), «El corazón de los Ponder» (1954), «Las batallas perdidas» (1970), inédita hasta ahora en castellano y que fue finalista del National Book Award, o «La hija del optimista», que en 1973 la hizo merecedora del Premio Pulitzer y que fue publicada por Impedimenta en 2009. Murió de neumonía en su ciudad natal, a la edad de 92 años.