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Busqueda avanzada- N° páginas : 244
- Medidas: 150 x 210 mm.
- Peso: 356 gr
- Encuadernación: Rústica
LA CIUDAD AUTOMáTICA CAMBA,JULIO
Hay ciudades que constituyen por sí mismas un género literario. Nueva York es el mejor ejemplo. Y dentro de ese género una de las obras maestras es este libro.
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Sinopsis
Julio Camba (1884-1962) es uno de los pocos escritores españoles que ocupa un lugar destacado en la historia de la literatura solo con su obra periodística. Nacido en Villanueva de Arousa, emigró todavía adolescente a Argentina, donde entró en contacto con los medios anarquistas, lo que ocasionaría su repatriación forzosa. A partir de 1908, cuando fue enviado a Constantinopla, destacó como corresponsal en el extranjero. En 1916 sus crónicas comenzaron a ser reunidas en libro. Ese año aparecieron Londres, Alemania y Playas, ciudades y montañas. Con posterioridad publicaría Un año en el otro mundo (1917), donde narra su primera estancia en Nueva York, La rana viajera (1920), Aventuras de una peseta (1923) y La ciudad automática (1932). Sus artículos misceláneos, con los que renovó la literatura humorística, fueron recopilados en Sobre casi todo y Sobre casi nada, ambos de 1928 (reeditados en Renacimiento con prólogo de Juan Bonilla y Felipe Benítez Reyes); Esto, lo otro y lo de más allá y Etc. Etc., los dos de 1945, y Millones al horno (1958). Aparte de las crónicas viajeras, la obra más conocida de Julio Camba es La casa de Lúculo o El arte de comer (1929). Su desencanto republicano lo plasmó en Haciendo de República (1934). Buena parte de su labor periodística quedó perdida en las hemerotecas y se ha ido recogiendo póstumamente en volúmenes como Caricaturas y retratos (2013) o Crónicas de viaje (1914). Constantinopla, de inminente aparición en esta misma editorial, recopila los artículos del viaje a Turquía, hasta ahora casi enteramente desconocidos.
Autor: Camba, Julio
Julio Camba Andreu (Vilanova de Arousa, 1884-Madrid, 1962) fue durante la segunda y tercera década del siglo XX uno de los más singulares corresponsales extranjeros que haya tenido nunca la prensa española. Su maestría no ha dejado de ser elogiada por escritores tan distintos y variados como Miguel Delibes, Francisco Umbral, Cándido, Manuel Vicent o Antonio Muñoz Molina. A los dieciséis años se escapó de casa y llegó hasta Buenos Aires. Allí se introdujo en los círculos anarquistas y redactó incendiarias proclamas y panfletos. Al final fue deportado del país junto con otros anarquistas. De regreso a España empezó a colaborar en la prensa local gallega y en publicaciones revolucionarias del Madrid de comienzos de siglo, y su prosa no tardó en ocupar las columnas más importantes.