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LA IMPORTANCIA DE DISCUTIRLO TODO: portada
  • N° páginas : 96
  • Medidas: 127 x 185 mm.
  • Peso: gr
  • Encuadernación: Rústica
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LA IMPORTANCIA DE DISCUTIRLO TODO WILDE,OSCAR

Segunda edición de la continuación de "La importancia de no hacer nada"

Editorial:
Traductor:
Martínez Muñoz, Catalina
Colección:
BREVIARIOS DE REY LEAR
Materia BIC:
Ensayos literarios
ISBN:
978-84-92403-42-4
EAN:
9788492403424
Precio:
9.42 €
Precio con IVA:
9.80 €

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Sinopsis

Publicado dos meses después de La importancia de no hacer nada, La importancia de discutirlo todo insiste en que criticar es mucho más difícil que crear y que «no hacer nada es la cosa más difícil del mundo», reservada a un grupo de privilegiados intelectualmente. Oscar Wilde vuelve a provocar con sus ácidas reflexiones: Inglaterra «ha inventado y establecido la opinión pública, que es un intento de organizar la ignorancia de la sociedad y de elevarla a la categoría de fuerza física». Vivimos «una época en la que las gentes son tan laboriosas que se han vuelto rematadamente estúpidas». Defiende por encima de todo la inmoralidad del arte y asegura que «sólo las teorías peligrosas tienen algo de valor intelectual. Una idea que no sea peligrosa no merece llamarse idea».

Autor: WILDE, OSCAR

Oscar Wilde (Dublín, 1854 ? París, 1900) fue uno de los escritores más ingeniosos y populares de su tiempo. Brillante, mordaz, incisivo, elegante, cultivó la novela, el ensayo, el teatro, la poesía y el relato breve. En 1888 publicó "El príncipe feliz y otros cuentos", libro del que forma parte "El ilustre cohete" [Breviarios de Rey Lear, nº 19] y en 1890 apareció su única novela, "El retrato de Dorian Gray", donde sobrepone la calidad artística a la estricta moral de la época victoriana. Tan sólo un mes después apareció la primera parte de su ensayo "El crítico como artista", titulada "La importancia de no hacer nada", a la que seguiría "La importancia de discutirlo todo". Su larga carrera de éxitos se interrumpió en 1895, cuando fue acusado de «indecencia grave» por mantener relaciones sexuales con Lord Alfred Douglas, hijo del marqués de Queensberry, lo que le costó dos años de trabajos forzados. Al salir de prisión, arruinado económica y espiritualmente, se retiró a Francia, en donde apenas recibió el consuelo de un puñado de amigos. El tiempo lo ha confirmado como uno de los maestros indiscutibles de la Literatura.


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