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Busqueda avanzada- N° páginas : 300
- Medidas: 150 x 210 mm.
- Peso: gr
- Encuadernación: Rústica
Los rehenes del Alcázar de Toledo QUINTANILLA,LUIS
Un testimonio imprescindible para comprender los sucesos del asedio al Alcázar de Toledo en la guerra civil española.
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Sinopsis
«Considero una obligación, un deber moral que aclaremos nuestra historia para que prevalezca la verdad, y no que admitamos que se pretenda encubrir una infamia con el manto del heroísmo. Pensando en los inocentes rehenes del Alcázar de Toledo, víctimas de los militares rebeldes, he escrito estas páginas».
Con estas palabras finalizaba Luis Quintanilla en 1964 su ensayo sobre los sucesos vividos en el asedio al Alcázar de Toledo. Osaba desmentir uno de los acontecimientos más conocidos de la Guerra Civil. Se permitía dar otra visión de la heroica resistencia del general Moscardó en el Alcázar de Toledo. Su publicación en la mítica editorial Ruedo Ibérico en 1967 levantó ampollas en la España franquista.
Tres son la premisas que desarrolla en este libro: que existieron más de quinientos rehenes (mujeres e hijos de republicanos) encerrados contra su voluntad en el Alcázar, que el padre Vázquez Camarasa fue testigo de la dramática situación de estos rehenes, y que no existió la conversación telefónica en la que se instaba al general Moscardó a rendir el Alcázar para evitar el fusilamiento de su hijo.
Se aporta, como novedad en esta edición a cargo de Esther López Sobrado, documentación oficial que Luis Quintanilla se llevó consigo al exilio. Se incluyen también documentos del padre Camarasa que le fueron entregados a Quintanilla por el sacerdote vasco exiliado Manuel Mendieta, quien conservaba los documentos desde la muerte de Camarasa, acontecida en Burdeos en 1946.
Autor: Quintanilla, Luis
(Santander, 1893-Madrid, 1978). Su vida parece la de un personaje de ficción. Fue marinero, boxeador, pintor, dibujante, fresquista, repujador, grabador, ceramista, escritor, espía, memorialista, retratista, escenógrafo, cineasta, autor teatral, ensayista e ilustrador. Le sorprendió la guerra dando las últimas pinceladas a los frescos del monumento a Pablo Iglesias; a partir de ese momento se compromete con la República con encargos que le posibilitan como un extraordinario testigo de guerra.